Yo tuve mi época de hombre tabernario, es decir hombre de taberna u "Homo Tabernaris", lo fui y aceptando plenamente sus principios y bajo el lema incompleto, de que "a mi me gusta el vino y las mujeres" y digo incompleto, pues hay que añadirle "y el fútbol". En esa cueva antropológica se cocían muchas cosas, muchas cosas de hombres.Hay una serie de principios que definen al hombre de las Tabernas: primero, la barra de un bar, la barra de un bar es como el altar, allí se cocía todo y ahí residía el arte del regente del bar, en saber rodearse de una tribu de borrachos que caldearan el ambiente y claro y el saber controlarlos. Segundo, que allí no había borrachos, en tal caso que alguno que se había pasado un poco, pero de allí nadie bebía en exceso, un poco sí, pero no tanto. Los demás que estaban fuera del grupo, si bebían como borrachos, espíritu grupal, que se llama.
Tercero, el fútbol el primer tema a lo largo de todo el día y de vez en cuando aderezado con hablar un poco de chapuzas y si tenías alguna avería en tu casa y preguntabas como se podía hacer la cosa, la respuesta siempre era la misma, eso lo arreglo yo, pero no ahora, que tengo que acabarme éste vino y ya hablaremos mañana que hoy estoy muy ocupado y después venía una diatriba dialéctica en la que entraba todo dios, que si eso se arregla así, que no, que no que se hace de ésta forma, que en mi casa lo hice yo y...y al final resultaba que todo hijo de vecino, había echo su casa el mismo y montado toda la instalación de luz y de agua y el pozo y el enfoscado y.. y...y la cosa seguía e iba en aumento,...Nunca vi a tanto arreglalotodo junto.
Lo de las mujeres es más pantalla que otra cosa y para mantener firme la fama de hombre del cavernáculo, pues no se hablaba tanto de tías, a veces sí, pero un tema más bien esporádico. Mejor porque sino se acababa siempre hablando de putas y la verdad que ese tema tan delicado y rodeado de tanto descerebrado, pues no era muy de mi agrado.Pero lo que realmente unía a aquella comunidad de tabernarios, era el vino y sus derivados, eso era sagrado y por encima de cualquier principio. Y el rango dentro del grupo se determinaba por éste principio y entonces y durante un tiempo ese tío presidía el grupo, o sea era el tío que más bebiera pero también el que más aguantara, pues debía mantener su labia y su discurso dentro de unos parámetros ya no normales, porque eso era imposible, pero si de que por lo menos se le entendiera, sino era relegado por el siguiente.
Por último del hombre tabernario resalto, que así debió ser el hombre de hace mucho tiempo, primario en sus principios, animal de lengua depredadora, sediento de todo lo que oliera a alcohol de 90º y por supuesto, con el cerebro de un mosquito, ahora sí, bien conservado y dentro de una barrica de hueso.
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