Una de las cosas que más duelen en ésta perra vida, aparte de la muerte, es cuando vuelves a ver un paisaje o un sitio, por ejemplo 35 años después y se dice pronto, 35 años después. Y eso me pasó a mi cuando volví a ver mi ciudad natal, Vigo (Galicia) y la primera sensación que tuve fue la de perderme por sus intrincadas calles. Porque Vigo es un caos urbanístico, pero yo pensaba que las mismas referencias que tenía de antes, me iban a servir de algo. Primera cagada, no me sirvieron para nada o para muy poco, en tal caso para saber donde quedaba el mar. La ría de Vigo era el único recuerdo que era válido, aunque por un momento temí que en uno de esos ataques de pragmatismo que tan frecuentemente padecen nuestros gobernanates, a alguno se le ocurriera asfaltarla y en su lugar hubiera, un espléndido aparcamiento. Y no es exagerado, pues por ejemplo en mis tiempos y he comprobado que sigue existiendo, hay una pequeña isla en la ría y en la que contruyeron un pedazo edificio hacia arriba, que es más grande que la propia isla, la isla de Toralla, se llama.Bueno pues el resto de Vigo ya lo ví con miedo. Fuí a la playa de Samil, cuna de mi infancia veraniega y os juro que me costó reconocerla y ya los pinares no eran tales pinares, eran unos cuantos pinos famélicos y yo que sé, la sensación era que era una playa de Benidorm. Cuando cogí el barco hacia mis queridas islas Cíes iba más que acojonado, iba temblando y cuando llegué aluciné, pues gracias a estar protegidas, se conservaban bastante parecidas y ahí disfruté, disfruté como un loco. El resto del recorrido por los alrededores de Vigo, fueron decepcionantes, nada estaba en su sitio y los sitios donde antes se divisaba el mar, ahora se divisaba cemento. Supongo que el que ve esta película poco a poco, pues se adapta y sigue buscando nuevos rincones, pero el que va de sopetón, como fui yo, ni rincones ni hostias benditas, todo es puto cemento y todo era candidato a ponerle una bomba.
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| Playa de las Islas Cíes |

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