HORA Y MEDIA DE FARRA ( Parte 2ª)

CIUTADELLA DE MENORCA
Quedaba una inglesita medio mona, pero que daba más vueltas que una veleta. Y ahí si que me sorprendieron, pues empezaron a desfilar hacia el baño y de dos en dos, que así da más cante y por supuesto salían sorbiendo por la nariz. ¡¡¡Farlopa!!! en ésta Isla o bueno así le llaman. Porque enseguida pensé ¡que coño de mierda de Farlopa se deben meter!, si debe ser cal de la pared. No cuadraba para nada, el colocón alcohólico que llevaban con la mezcla de Alcohol y Farlopa,  pues esa mezcla da otro punto distinto, es un colocón pero controlado. Y entonces concluí nuevamente que la Farlopa, debía ser cal viva.

En realidad a mi me daba igual, pues la Farlopa ahora me la paso por el culo. Pero llamó mi atención que estos inglesitos prepotentes (por lo menos muchos de los que vienen a ésta Isla lo son, pero aclaro que  no lo son todos) se pusieran a darle a la Farlopa. Y por el compi, me enteré que ¡¡¡¡¡ madre e hija trapicheaban!!!!!.  Sssorpresas te da la vida y la vida te da Sssorpresas.

 Uno siempre piensa que el trapichero tiene que ser latino y moreno  y de tez tirando a media negra y pelo rizo y ensortijado y canijo y enjuto y supongo que el que le vendió la Farlopa a las Inglesitas de marras, seguramente coincide con mi descripción, pero el trapichero de calle y de la puta calle, eran dos inglesas blanquitas como la nieve y con un buen semáforo en la cara ( como casi todos los ingleses). Al final el guiri, cogió un micro y se puso a cantar en el puto Karaoke. Y ahí dije, ¡Hasta aquí he llegado!, menudos graznidos emitía el tío por su boca.

CIUTADELLA DE MENORCA
Pensé muchas cosas más, pensé en que para ellos ésta Isla es estar en uno de sus dominios y colonias de la Corona y la más pequeña de todas sus posesiones debe ser, ¡Menorca!. Es como si nosotros y como españolitos de a pie, nos fuéramos a la Isla Perejil a encebollarnos, bueno si allí hubiera un pub o un bar,  y regentado por cabras moras. Pues nada iríamos a sentir territorio patrio fuera de nuestras fronteras y eso pone y pone mucho y por sentirse los amos de un  territorio de ultramar, aunque sea  rocoso y sólo hay cabras moras y traídas por la Legión.

Y pensé, ¡que pena de Imperio!. Pero supongo que eso también debieron pensar los indios de la India y no los de Norteamérica, cuando empezaron a comprobar que la sangre de los inglesitos, era al 50 % de Gin y al otro 50% de wiski. Como la de los españoles, pero aquí con su propio ADN,  50% de Rioja y de barrica de roble y el otro 50% ya es más variado y dependiendo de cada Autonomía, puede ser Aguardiente, Anís del mono, Licor de Hierbas, Sol y Sombra, Pacharán o como en ésta Isla, Gin a secas. (perdón si me he olvidado alguno, que seguro).

Y creo que ya no pensé más, simplemente emprendí el camino de mi casa y apurando el paso, pues me moría de ganas de estar al lado de mi estufa de leña y aún así y mientras tanto volví a pensar, ¿realmente merece la pena la noche de juerga y de farra?. Y ni me molesté en contestarme, pues tenía más que clara la respuesta. Qué salgan otros a la noche loca, yo prefiero quedarme con mi pequeño ordenador y así darle vueltas a la vida. Sin más ya llegué a mi casa y le dí caña a la estufa, que ya estaba medio apagada y mi puse a escribir mis últimas aventuras. ¡Joder lo que dio de sí la hora y media de farra!.

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JULIO CORTÁZAR