SENSACIONES

Casi las 4 de la tarde y el sol entra por mi ventana. Día frío de invierno y con ese sol que templa el ánimo, pero ya no queda mucho, hora y media y éste pequeño pueblo mediterráneo se tiñe de tinieblas, profundas y oscuras tinieblas, pero hermosas y sobre todo si hay luz de luna, como es el caso. Es una sensación extraña, una sensación de vivir en otro mundo o en el rincón más escondido del inframundo.

Pero bueno esas son sensaciones y las sensaciones se tienen, pero también se cambian, para eso estamos, para cambiar las sensaciones y sobre todo si son malas. La mala onda de las cosas o de las personas y que a veces cambian y si cambian a lo mejor es que eres tú él que tiene la mala onda y por tanto no estás en el día propicio de conocer a alguien. Por eso cuando alguien te produce mala onda, es preferible esperar a un segundo encuentro o segunda oportunidad y si te vuelve a producir mala onda, es que has acertado.

A veces y sólo a veces, fallas y hay personas que ya tienes encasilladas y esa mala onda no hay manera de quitarla y de repente ¡zas!, le ves algo que te sorprende y esa persona resulta que es más humana de lo que te parecía. Esto te confunde, pero te confunde positivamente, pues siempre es bueno que alguien se pase al lado más humano. No abundan los ejemplares de éste tipo, somos y yo me incluyo, más bien escasos, somos pocos pero somos cojonudos, pues no saben lo que se pierden el resto de los mortales.

Ellos prefieren el dinero y nosotros los sentimientos. A ellos les entusiasma la apariencia y a nosotros la sinceridad valiente. A ellos les gusta alardear de sus conquistas y pavonearse de ellas y a nosotros nos entusiasman las conquistas colectivas y también las personales, pero con esa humildad que nos caracteriza. Somos humildes, pero no gilipollas y si hay que luchar se lucha y si hay repartir hostias, pues se dan y sin miedo, no siempre las conquistas se logran por métodos pacíficos.

O sea que a reivindicarse y a ser más auténticos, pues nadie nos regala nada ni tampoco queremos regalos, preferimos las conquistas a las limosnas y si tenemos clara nuestra meta, somos pirañas que devoran los deseos y por tanto las metas. Como decía el otro día, yo me siento a gusto con la vida, pero quiero sentirme aún más a gusto y esa es mi meta, sentirme a gusto en ésta vida y en la venidera. Si la hay y sino la hay, pues me da igual, ya estuve a gusto en ésta. O sea que a luchar, a sentir y a disfrutar y no dejar que se escape ni una astilla de luz viva.

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JULIO CORTÁZAR