Y hoy es día 21 de Febrero de 2.014 y hace otro día espléndido. Por mucho que se diga los días así te levantan el ánimo, que tampoco lo tenía muy bajo, pero en algo se nota. Hoy leí que de nuevo la oruga de los pinos está en su salsa y ya está haciendo procesiones a la sombra de los pinares. La maldita procesionaria y sus alergias sarpullidas. Bicho asqueroso donde los haya, rastrero y peludo y su solo aspecto ya te produce picor. Y cuando los pisas expanden un líquido viscoso y verde vivo, casi fluorescente y que parece la esencia líquida del pino o la misma esencia de la fotosíntesis.Demasiado poder para un bicho tan tonto y asqueroso y que su principal cualidad y de ahí viene su nombre es hacer procesiones de orugas peludas y todo para ir a enterrase. Y para que después se hable de las lindas mariposas, pues ésta oruga pasa una parte de su ciclo vital en estado de mariposa, después hace la pelota o nido y después la pasa al estado de oruga, por último se entierra y pasa por fase de crisálida y así repite ese ciclo una y otra vez.
Hay quien las fumiga cuando están en fase de bolsa. También hay quién les dispara a las bolsas perdigones y en fin hay métodos para aliviar su invasión, pero creo que no hay un método definitivo. Supongo que no será fácil encontrar un pájaro que se coma esas larvas tan asquerosas y que no se muera de un shock anafiláctico. Yo como viví durante años debajo de pinos, sé de lo que hablo cuando describo a estos bichos. Y al pino no lo dejan tieso, pero casi, pues sus hojas se quedan lánguidas y alicaídas, después de la visita larvaria.Sé que a mi me daban ganas de rociar con gasofa las putas bolsas de orugas y para después y llegada la noche prenderles fuego al mismo tiempo. Serían como árboles de navidad y en los que sus luces serían lindas bolsas de orugas. También se me ocurría echarles un pegote de pegamento y que después quedara solidificada, vamos como una pelotita y con la cual se pudiera jugar al fútbol o al baloncesto. Los pinos para mi solo tienen dos puntos negros: uno es la procesionaria y el otro es la continua caída de sus hojas o pinocha. En Cádiz y con el fuerte viento de Levante, la parcela se teñía con una alfombra marrón llena de pinocha. Pero todo hay que ponerlo en su sitio y en su justo punto y tengo la obligación de recordar la esbeltez de sus largos troncos y esos copos verdes que nos protegían del sol y con esa preciosa y rica sombra de los pinos. ¡Qué tiempos aquellos!.
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