SOBAR O NO SOBAR

Menudo descontrol llevo. Me levanté a las 12 y con lo de la hora de adelanto, pues en realidad eran las 13 horas y desayuné fuerte y contundente y ahora acabo de comer y son las 17 horas. Todo por haber sobado demasiado. De acuerdo que estaba cansado y todas esas cosas que se dicen como disculpas, pero también es verdad que sigo sobando demasiado. Vamos que si me dejan o me dejo, sobo 12 horas seguidas y sin temblarme el pulso. Voy del revés, pues se dice que con el paso de los años se soba menos y yo como los cangrejos ando del revés.

Siempre me gustó sobar, pero sobre todo siempre me gustó sobar de mañana. Después y al levantarme tarde, me cago en mis muertos y en todo lo que se menea. Lo que tengo claro es que todo no se puede tener y si duermo demasiado pierdo parte del día y si me levanto temprano pierdo parte de mis sueños. Porque para mi lo mejor es poner el despertador a una hora temprana y después seguir sobando como un auténtico cerdo, pues en ese tiempo yo sueño en un estado de vela, entre dormido y despierto y entre el limbo y el cielo. Y por supuesto al despertarme del todo, me acuerdo de mis sueños de velatorio.

Entonces me muevo entre dos contradicciones y a las que tengo que darle gusto. Yo me suelo levantar temprano y  de vez en cuando hago lo contrario, le doy gusto al cuerpo y sobo y hasta donde llegue. Eso no quita que al despertar, no me cague hasta en la Virgen Bendita. Lo malo de mí es que quiero exprimir la vida y hasta su última gota y al mismo tiempo quiero dormir y soñar hasta la extenuación. Yo quiero todo lo que la vida me ofrece y si me ofrece soñar, yo quiero soñar y si me ofrece vivir yo vivo y si me ofrece dormir yo duermo y como una marmota. Y si me ofrece escribir yo escribo y tal como estoy haciendo en éste momento.

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JULIO CORTÁZAR