HOMBRES Y MUJERES

"Un home un home e non un homiño", en gallego y traducido al castellano: "un hombre es un hombre y no un hombrecito". A que no suena igual, ni de lejos suena igual. Cada lengua tiene sus propias quedadas. A lo que yo iba, pues sí soy un Hombre y creo que tengo la obligación de reivindicarme y lo digo, como Hombre. Los hombres no se reivindican públicamente, los hacen políticamente o económicamente, pues son mayoría en ambas cosas. Pero eso de pavonear sus atributos personales nada de nada, a lo mejor es porque tampoco hay muchos, pero ahora los iremos viendo.

Primero que cada hombre es una persona distinta y por tanto lo que hable son generalidades y que no siempre y en todos, se cumplen. Nosotros los hombres, fuimos construyendo un mundo justo a la medida de nuestro ombligo y así construimos la historia. guerras y más guerras y desarrollamos la agresividad hasta el infinito. Por tanto y primer punto, somos seres agresivos. Segundo, nos gusta sentirnos superiores y dueños del tinglado, las mujeres son meras acompañantes del guerrero y siempre deben estar dispuestas. Tercero, somos seres callados y reservados con nuestras intimidades, no nos gusta intimar demasiado y todo porque no se vea lo que pensamos que son nuestras debilidades.

Cuarto, pocas veces somos sinceros y decimos lo que pensamos. Pues en nuestro ADN viene puesto que debemos conservar los atributos masculinos y que no son otros, que demostrar quien manda y quién da las órdenes y ahí no entra la verdad, ahí solo entra la fanfarronería. De cara al público somos los más grandes y ya no digamos dentro de nuestro propio ambiente. En los bares somos grandiosos y poderosos y no tememos a las mujeres. En los bares sabemos de todo lo que se considera trabajo masculino: sabemos de fontanería, de coches, de construcción, de metalurgia, de pozos, de plantaciones y un largo etc...

Quinto, algo bueno tenemos que tener, digo yo. Y supongo que lo bueno solo lo demostramos en la intimidad. Ahí nos damos cuenta que somos cariñosos y expresivos, pero en cuanto se acaba ese momento, nos ponemos de nuevo el traje del guerrero. Así fue el mundo y gracias a nosotros, a los hombres. Guerras, envidias, poderes ocultos y bacanales orgiásticas y yo ante esto me pregunto: no será la hora de dejar el mando. Por lo menos las mujeres tienen otros atributos, además que no están tan viciadas como los hombres. Las mujeres no montarían tantas guerras y pondrían otros valores encima de la mesa (menos la Merkel, claro está).

Pero aún así, yo no renuncio a ser Hombre. Me gusta ejercer de él e ir aprendiendo cosas de las mujeres. Yo me siento hombre y voy añadiéndole un poco de ser más cariñoso, otro poco de ser más abierto y sincero, otro poco de ser más intuitivo o más sensible, pero lo que no consigo dominar del todo, es dejar de ser agresivo, debo llevar el guerrero dentro y tan dentro  debe estar que debe estar clavado en el fondo de mi alma. Algo debemos conservar como hombres y a mi me toco lo de ser un guerrero y un guerrero sin antifaz.

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JULIO CORTÁZAR