Sí señores, hoy es Domingo y por tanto debía ser un día sagrado, ya sabéis, un día dedicado a la reflexión metafísica y a rascarse los huevos. Pues no señor y como siempre por llevar la contraria, he salido de guardia a las 8 de la mañana y ya me tuve que poner a currar en mi casa y hasta la 1 de la tarde, que es éste mismo momento en que ahora estoy escribiendo. Podía estar cabreado y maldiciendo a la vida y a sus quehaceres, pero hace tiempo que dejé de cabrearme por cosas superfluas, ahora sólo me cabreo cuando a mi me sale de los huevos.
Ya no busco motivos para el cabreo, ahora sólo dejo que la testosterona actúe por su cuenta y le doy vía libre y yo noto que empieza a hervir esa hormona tan masculina, cuando los huevos se hinchan y se ponen como pelotas de baloncesto. Y no sé si será por la hormona propiamente dicha o por la hinchazón de mis cojones que por ello me resulta sumamente incómodo, pero me cabreo más que nunca. He probado a pincharme los huevos cuando están hinchados, pero coño, ¡duele!.
También usé el método de ponerlos en agua fría y con abundante hielo, pero se quedan fríos y duros y no se encogen ni un pelo. Quedan fórmulas magistrales en el tintero, queda con probar el pillármelos con la puerta de casa o del coche. Queda el prenderles fuego o el hacerles un planchado magistral o meterlos en el horno o simplemente cocerlos.Ya os contaré más adelante que experiencia es la más recomendable y porque sino ahora
estoy pensando que la última solución de todas, sería el capármelos con dos piedras y claro, sin pillarme los dedos.
Ya no busco motivos para el cabreo, ahora sólo dejo que la testosterona actúe por su cuenta y le doy vía libre y yo noto que empieza a hervir esa hormona tan masculina, cuando los huevos se hinchan y se ponen como pelotas de baloncesto. Y no sé si será por la hormona propiamente dicha o por la hinchazón de mis cojones que por ello me resulta sumamente incómodo, pero me cabreo más que nunca. He probado a pincharme los huevos cuando están hinchados, pero coño, ¡duele!.También usé el método de ponerlos en agua fría y con abundante hielo, pero se quedan fríos y duros y no se encogen ni un pelo. Quedan fórmulas magistrales en el tintero, queda con probar el pillármelos con la puerta de casa o del coche. Queda el prenderles fuego o el hacerles un planchado magistral o meterlos en el horno o simplemente cocerlos.Ya os contaré más adelante que experiencia es la más recomendable y porque sino ahora
estoy pensando que la última solución de todas, sería el capármelos con dos piedras y claro, sin pillarme los dedos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario