CONTROLADORES DEL AIRE

Y algún día de estos puede que me suba a la parra, pero a la parra más alta y más empinada, esa que llega a tocar el cielo y que dicen y que dicen..., que llega con suavidad se puede llegar a tocar, y que incluso, que a veces, se puede rasgar su tela de seda fina y divina. Puede, como todo puede y puede que yo dentro de poco y dentro de nada, esté por encima del equinoccio y a lomos de un caballo con alas, a lomos de un  caballo que sobrevuela las  tormentas del desierto o que se ha confundido de sitio y tenía que volar sobre los Ángeles y porque el GPS le ha confundido de lugar y sitio.

La verdad es que todo, pero que todo es por culpa de los Controladores aéreos, esos ángeles vigías de a todo cien mil euros y un millón por comisión y por un día de vigía y dame más pasta porque sino no aterrizas y además te estrellas contra la pista. Menuda mierda de gremio, menuda panda de hijos puta, menudo premio para unos analfabetos de mierda, y que además hablan en morse y la P es patata y la C es charli y yo soy Bruno y no un burro y yo se lo digo en su puta cara y además adivino que en sus putos ojos de águila, sólo se ven grabados billetes de euros y dólares. Y claro y llegado el momento, piden y piden que el pueblo servil y atontado, les adore como los controladores del aire.

Pues lo siento mucho controladores del aire. Y eso que yo soy de aire, pero soy de más peso en gramos de agua y además, para lo que me queda en el convento y lo digo todo contento, me cago dentro y  lo siento, pero dentro estáis todos vosotros mis queridos controladores del aire vacío. Y me reafirmo en lo dicho, sois una panda de impresentables, sois lo que nadie debía ser, sois lo que nunca se puede ser o lo que nunca se quiso o debió ser.

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JULIO CORTÁZAR