D.E.P.

La verdad es que estoy congelado, me muero de frío y más si pienso que tengo un partido de Padel a las 7 de la tarde. Me va pasar como a esos dos que se murieron congelados en Teruel, que la tía le estaba haciendo una sabrosa mamada, pero a pesar de eso, los dos se quedaron pajaritos y en esa postura tan pecaminosa. No paro de ver el  Whatsapp, a ver si alguno de esos aguerridos compañeros se rinde antes que yo, pues a mi me da vergüenza rendirme el primero.

Pero cruzo los dedos de los pies, me pongo collares de ajos, abro todas las tijeras, me pongo fotos de gatos negros y paso por debajo de todas la escaleras y esperando a ese mensaje que diga: hace demasiado frío o está lloviendo a raudales y es mejor jugar otro día. Incluso me puede valer, que haya un terremoto o un tsunami o que la Isla se haya dado la vuelta, pues creo que debajo del agua no se puede jugar. Es que en el fondo lo que pasa, es que uno tiene que mantener su fama en pie.

Uno está obligado a demostrar que tiene un par de cojones como los del caballo del Espartero, que eran como dos melones. Y aunque los míos son pequeñitos como dos lindas avellanitas, da igual, hay que mantener la pose. Y eso que hoy estoy tocado y no debía ir, pero no, moriré con las botas puestas y por una Neumonía adquirida en un campo de Padel y D.E.P.

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JULIO CORTÁZAR