Claro que hoy voy entrando poco a poco en calor, pues para coger de nuevo mi forma tengo que calentar y entrenar primero. Por eso no veo las ventajas de tres días de descanso, pero como lo dicen los grandes gurús del coco, me veo obligado a hacerles caso. Son más de dos años dándole al teclado día sí y día también y mi gran peligro es ese, que cuando hago algo que me gusta y que me entusiasma, me entrego a fondo y hasta agotar mi última gota de sangre.
Claro que después, el como yo quede es otro problema y no debía de ser. Porque digo yo, que tanto esfuerzo, que tantas horas, que tantas vueltas al coco, serán para después encontrarme mejor. Y lo digo, pero así no lo siento, porque no veo tan claro mi futuro. Hay un tema de dependencia, hay un tema un tanto oscuro, que me crea inseguridad. Creo que estoy llegando a un punto de inflexión y que necesito plantearme seriamente hacia donde voy y hacia donde quiero ir.
Bueno, pues tengo que hacer cualquier cosa, con tal de no volver al Loquero y además que tampoco hoy en día me veo para ello, para que me encierren. Pero quietos y paraos, que yo conozco los signos de alarma del coco y sé que empiezo a tener algunos, después y como no los controle, ya todo se vuelve nublado, ya se enredan los pensamientos, ya se hacen más espesos, ya me pierdo por mis selvas tropicales. Será ¿qué el bosque no me deja ver los árboles? o será que tengo que volver a tomar la medicación. Pues si señor, por ahí empezaré, por tomar lo que nunca debí dejar de tomar, las pastillas que calman las neuronas o que las dejan tiesas ¡qué más da!. Pero ésta batalla la tengo que ganar, como sea.
Claro que después, el como yo quede es otro problema y no debía de ser. Porque digo yo, que tanto esfuerzo, que tantas horas, que tantas vueltas al coco, serán para después encontrarme mejor. Y lo digo, pero así no lo siento, porque no veo tan claro mi futuro. Hay un tema de dependencia, hay un tema un tanto oscuro, que me crea inseguridad. Creo que estoy llegando a un punto de inflexión y que necesito plantearme seriamente hacia donde voy y hacia donde quiero ir.
Bueno, pues tengo que hacer cualquier cosa, con tal de no volver al Loquero y además que tampoco hoy en día me veo para ello, para que me encierren. Pero quietos y paraos, que yo conozco los signos de alarma del coco y sé que empiezo a tener algunos, después y como no los controle, ya todo se vuelve nublado, ya se enredan los pensamientos, ya se hacen más espesos, ya me pierdo por mis selvas tropicales. Será ¿qué el bosque no me deja ver los árboles? o será que tengo que volver a tomar la medicación. Pues si señor, por ahí empezaré, por tomar lo que nunca debí dejar de tomar, las pastillas que calman las neuronas o que las dejan tiesas ¡qué más da!. Pero ésta batalla la tengo que ganar, como sea.
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