DOLORES

Me acaba de dar un zurriagazo una puta muela de mierda, que pa qué contaros. Dolor agudo y hasta en el alma, dolor en mis entrañas, dolor de navaja por dentro y retorciendo el manubrio o la empuñadura o como se llame el artilugio que mantiene a la navaja escondida. Después de pasar una auténtica tortura, dicen que viene la paz infinita y entonces, debía estar tan relajado que se podían ir de baretas todos mis esfinteres y yo seguir igual, pero con un buen tufillo a pescado podrido. Y como no estoy así, estoy asado y por los dos lados, pues mantego en pie ese punto de dolor sordo que no necesita un audífono, pero que necesita con fuerza otro calmante.

Menudo lío he montado y para decir que simplemente el dolor sigue, sólo que más sosegado. Ahora no muerdo, ahora sólo pellizco. Pero como puede cambiar un día, empezó cojonudamente y a eso de la media tarde, se presentó el dolor y me dijo: ahora te vas a joder. Y por esa simple razón, nunca y nunca se puede decir antes de tiempo que va ser un gran día y hay que esperar a que suenen las 12 campanadas de la noche, para confirmar que ha sido un maravilloso día.

Todo en la vida tiene su truco, pero también su desgracia y si juegas mucho con el fuego, al final te quemas o no paras de mear. Que no sé el porqué, pero eso me decían de pequeño: niño que sino dejas de jugar con las brasas de la hoguera, al final te vas a mear en la cama y que cada uno busque los porqués, porque a mi nunca me lo ha explicado nadie. Fuego y meada, fuego y descontrol de esfínteres, fuego y las ilusiones a tope y por eso y simplemente por eso, yo era el máquina de las brasas y que parecían apagadas y oh¿ milagro, pero el Bruno siempre las encendía.

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