APRENDER A SOBREVIVIR

Si yo fuera un ser humano ahora mismo estaría diciendo: yo me rindo. Pero como tengo esa parte de alienígena que me hace ver el mundo desde otra perspectiva o dimensión, me contengo en mis ganas de rendición. Que no significa que me reprima, porque yo de reprimirme entiendo muy poco, a mi me pasa al revés, primero suelto y después ya veremos los daños. Le llaman daños colaterales y que indican que si quieres conseguir algo, tienes que producir un cierto daño.

Claro, que los difícil es determinar el grado de daño y si merece la pena causar ese daño para el fin que quieres conseguir y esto es muy difícil de dilucidar, pues no siempre tienes claro cual es el fin en si mismo, a veces pasa que el fin se te aparece de repente por el camino y por tanto, el daño ya lo has realizado previamente. Si hubiera un método infalible, seguro que todos seríamos perfectos, pero somos seres humanos que aprendemos de nuestros errores, pero es verdad que muchas veces no es motivo suficiente para no volver a meter la pata.

Algo vamos aprendiendo, algo y sobre todo aprendemos a no hacer lo que no nos hace daño, pero tampoco pensemos que somos unos águilas y que nos hacemos inmunes al daño, porque si uno repasa su vida se dará cuenta que a lo largo de su vida hay más de 100 veces que se han repetido las cosas y que aún así cometimos los mismos errores. Yo creo que aprendemos a sobrevivir y en lo más elemental de la palabra: que aprendemos a no meter los dedos en un enchufe, que te puedes caer si andas por los bordes de un precipicio, que no te tiras de un avión sin paracaídas, que el fuego te quema, que la lluvia nos enternece, que la vida es bella si tú quieres que así sea...