Y cada vez que acabo un escrito veo el reloj de mi portátil y por tanto, sigo siendo esclavo del tiempo. Ahora aquí en Menorca, son las 5 y media de la tarde y ya la noche extendió su negro manto. Sí, en éste mes llegaremos a que a las 5 en punto de la tarde, la noche hará su acto de presencia, claro que comparado con los países Nórdicos esto no es nada. Pero coño, yo no soy Sueco, ni Noruego, ni tengo un Volvo, ni uso cremas de manos de fórmula noruega, ni tnego toda mi casa de IKEA (tengo algo y porque no me queda otro remedio), yo simplemente soy un forastero (como aquí dicen a los que somos de fuera) que vive en su querida y amada Menorca y por tanto, yo no estoy acostumbrado a estas noches tan adelantadas. Aparte que allí, en el Norte, Norte, se cagan de frío y entonces se tienen que meter en sus casitas de bella madera y por lo tanto les da igual que sea de día o de noche.
Pues ya véis, uno empieza a hablar de la noche menorquina y se acaba haciendo un precioso viaje por los paisajes del Norte de Europa. Bueno, ya estoy de vuelta y el problema sigue sin ser solventado, pues sigue siendo de noche. Sabéis, lo que ahora más me cuesta es el cambiarme de ropa y el ponerme pantalón corto, pues con sólo tener ese pensamiento, me pongo a tiritar de frío. Pero todo lo bueno cuesta y no hay nada en éste mundo que no suponga un previo sacrificio y no sigo tirando de éste hilo, porque al final, me pondré a contaros batallitas de como llegué a la cumbre y ya sabéis de que va: va de que empecé de limpiador de zapatos, después fuí charcutero y pescadero, más tarde me hice trapichero y vendí todo tipo de drogas y al final, me tocó una quiniela y por eso ahora, estoy montado en el dólar (ésta Historia os la conté resumida).
El día que os cuente mi vida al detalle, será en volúmenes de dos mil páginas y del tomo 1 al 10. Será mi autobiografía y por supuesto, será una puta mentira. Los que se hacen su propia autobiografía son unos pedantes que les gusta relamerse sus heridas como perros. Primero, que ellos no la escriben, la escriben tíos como yo o como tú y a precio de saldo. Segundo, que sus acontecimientos más oscuros y escabrosos pasan a mejor vida, aunque alguno, eso sí, bien selecionado, lo mencionan y por eso, de parecer que también son personas. Tercero, que así su EGO queda contento y porque al EGO se le puede engañar con cualquier cosa.
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