MI DIMINUTA PARTE DIVINA

Pues aquí estamos de nuevo...

 día precioso pintado de hermoso azul cielo,

día otoñal o de transición hacia ello,

las cosas son o no son

pero también transitan y se transforman,

como nosotros,

nosotros estamos de paso,

no de arrastrado paso sin pena... ni gloria,

nosotros tenemos causas, ideas...

y penas y alegrías gloriosas

y en otras, que  son las menos

(hablo por mi y no por los demás)

las hay más penosas

pero en realidad estamos de paso,

nacemos, transitamos y morimos,

también, queremos o no queremos

o soñamos o no soñamos,

porque en ese intermedio, que se llama vida,

 hay tantas cosas por hacer,

que mirar por donde hoy...

si hoy...

hoy se tendría que levantar el telón que tengo delante de mis ojos

y así mostrarme a mi mismo que la vida y yo

 estamos hechos el uno para el otro,

la vida, la gran protagonista

Yo, un buen motor auxiliar,

cariñoso y siempre a punto pero no a punto de caramelo,

sino a punto de enseñar mi diezmado muestrario

y sin más, desplegar mis viejas alas de Murciélago Vampiro

y todo por si acaso...

 por si acaso falla el otro, el motor principal,

no sé, yo prefiero estar delante de las cosas,

 pero no salir en la foto de primero,

prefiero sentir en mi rostro el aire fresco de la primera fila

y ser vanguardia de lo que pueda

pero de ahí a ejercer de iluminado que todo lo sabe,

hay un buen trecho,

para hacer de dioses están los mismos dioses

y para ejercer de héroes están los estúpidos que presumen de ello,

y para ejercer de hombres o mujeres

están los seres humanos,

aunque también tengo que reconocer

que me gusta y mucho...

 mi diminuta parte divina,

pequeña, chiquita, tierna y sobrehumana,

 blanca de noche, negra de día,

amable todo el día,

más entrañable de mañana que a la sombra de la noche,

más libre, más desnuda, más desinhibida

si alguien la toca con una varita mágica,

es que mi diminuta parte divina es pura magia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

JULIO CORTÁZAR