Yo fui ciudadano de puebloy a la vez, señorito de ciudad
y cuando habitaba dentro de las murallas de la ciudad,
fui medio señorito de barrio y medio de ciudad,
a veces era de rica avenida de gente pudiente
y en otras, era de barrio periférico pobre y maloliente,
yo nací en el límite entre el todo y la nada
justo en la frontera entre el barrio y el centro de la ciudad,
no era ni de la cara A ni de la cara B,
y era de según donde soplara el viento,
un día me vestía de niñoseñoritoprodigio
e iba a un buen colegio todo pijo
y otro día me camuflaba de niñosoldado,
y atacaba a pedradas, junto a una legión de niños desquiciados
la polla del burro del descampado
era y fui ambiestro y como ya dije...
era dependiente del viento,
unos días fumaba la pipa de la paz
y otros días era puro instinto de agresividad,
yo de aquellas pensaba y porque pensaba que no existía...
el punto medio hay que dejárselo a otros,
para los neutros, susurraba y ja, ja, já...
lo mío era la guerra o era la paz...
y cuando me tocaba veranear,
cosa que ocurría todos los veranos,
nos íbamos a una pequeña aldea
que estaba muy cerca del mar
y allí era el niño señorito que todos los veranos venía a veranear,
el señorito Javier,
ese niño tan fino y con ese acento tan de pijo de ciudad,
era un hijo más del director de aquél banco
y cuando un carguito de un banco de medio pelo era...
(de aquellas de medio pelo, ahora ya no..ahora es un gran banco)
era considerado a nivel social como un magnate de alto abolengo,
y eso infundía un triste que no respetuoso respeto
y un acojone al por mayor,
claro que todas aquellas miradas que me atravesaban,
eran como disparos de balas de paja
que no me mataban pero si que me diezmaban
y a veces, me descosían por dentro
yo sabía que había algo que de aquellas no podía explicar,
se notaba en el aquél mirar distante y desconfiado,
y yo lo entiendo, lo entiendo ahora,
aquél niño no era de nadie,
no era de barrio periférico,
no era de centro de clase pudiente,
no era de pueblo,
no era de barrio medio,
no era niño soldado,
ni era niño pijo y redomado,
era en fin, un niño que lo quería todo
y el todo lo puso en su sitio
y cuando esto pasó...
el niño se había convertido en hombre.
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