Hoy de nuevo es Lunes y día 20 de abril,
claro que es lunes dentro del calendario pandémico
es decir,
es el quinto lunes desde que nos encerraron bajo
grilletes imaginarios,
quinto lunes porque ha pasado poco más de un mes,
y ahora quiero que entendáis una cosa,
ni de coña me voy a poner a contar los días,
mi radar funciona por aproximaciones,
no puede decir donde está exactamente Saturno,
pero puede dar en el espacio,
la dirección más o menos adecuada,
o las coordenadas aproximadas,
te puede decir por aquí sí y por aquí no,
y que no vayas por detrás de la luna,
aunque si por mi fuera,
yo siempre iría por su cara oculta,
pero mi GPS de a bordo,
no me permite trazar ese rumbo,
él está diseñado para llegar antes a un sitio
y no para valorar la verdadera belleza de nuestro alrededor,
él prefiere una autopista hacia el cielo,
que una carretera comarcal
o que un precioso sendero que atraviesa el bosque del espacio infinito,
yo soy de pararme a observar,
me bajo, oteo el horizonte,
busco una sombra como cobijo,
escucho lo que vive a mi alrededor,
disfruto de la vista y del sonido,
me relajo
y entonces, pienso en ella,
la veo sin cara,
porque se me ha borrado,
(el tiempo y esas cosas)
le acaricio el pelo como antes se lo acariciaba,
pero ya no me acuerdo de su tacto,
no me acuerdo de como era su piel de terciopelo,
de como eran sus cuevas y agujeros,
de como sabían las cuencas de sus ojos,
de como nos besábamos con el ansia del que ha pasado hambre,
ahora, tengo con ella un solo instante de fugacidad,
pestañeo y entonces...¡ha desaparecido!.

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