Quién me iba decir a mí,


que un 25 de julio caluroso y pegajoso,
iba de echar de menos el puto ruido,
sonidos de fiesta:
voces gangosas medio borrachas,
el tío vivo dando vueltas sin parar,
el de la tómbola diciendo
a éste caballero le ha tocado una muñeca,
y de vez en cuando se escucha la bocina
que anuncia los coches de choque,
y todo entremezclado con las canciones del verano
y con el volumen descontrolado,
pues todo eso suena a fiesta de pueblo...
en cambio ahora,
que son las las 3 y media de la tarde,
el silencio es el que domina,
parece un domingo vestido de tarde,
de tarde calurosa de verano
y en donde una buena siesta
sería lo ideal...
(Pero yo no soy de siestas).
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