
Yo quería de ti
el lento silencio de tu mirada,
la suave imaginación de tus dedos,
y la dulce amargura de tus benditos
el lento silencio de tu mirada,
la suave imaginación de tus dedos,
y la dulce amargura de tus benditos
besos...
Yo quería de ti
un buenos días escrito en el techo,
un helado con tus ganas
y con un trozo de tu cuerpo...
y todo bien aderezado
con el ligero condimento de tus huesos...
Yo quería de ti
el delicado susurro de tus palabras,
la complicidad de tus gestos,
y el eterno aroma a tierra mojada
que destilabas en aquella mañana.
Es que yo quería tantas cosas de ti
que ahora pienso...
que ahora pienso...
¡que ya no quiero nada!.
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