
Azul era mi boca,
y azul iluminada era mi cueva de aire y fuego,
ahora, todo luce sin luces,
deslustrado y desgastado,
y de azul pálido se han quedado mis labios
y de negro azulado es el orificio más profundo de mi boca,
es de suponer que esos dientes son los míos,
los originales y propios de nacimiento
y que mi lengua ha engordado por indulgente
y por pereza sedentaria,
sería de esperar,
que el azul del cielo
se acoplara al cielo de mi boca,
y entonces,
casi todo en mi boca sería azul,
hasta mis muelas
serían rocas azules entre la densa niebla azul de mi boca.
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