
Puede ser
que la nada que hay en mí
tenga su propia capa de ozono
y que al mismo tiempo
que yo tenga mi dignidad a prueba de bombas,
pues de momento puedo seguir andando sobre las aguas
más turbulentas
y que cuando más hundido me siento
más disfruto del paisaje otoñal
y de mi sombría cueva de verano,
en ambas estaciones
me encierro más y más,
controlo el flujo de luz de la tarde
y espero pacientemente
a la luz dorada de la tarde noche
entonces escucho a los pájaros de la calle,
y observo como se extiende el manto de la noche
por último, desconecto mi última neurona
y a continuación, apago la luz de mi habitación.
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