El hecho de haber sido
combatientes sin armas,
nos hace ser más débiles
pero mucho menos predecibles.
Además
viva la debilidad
y la sensibilidad,
y lo delicado y lo amable
y lo sencillo
y lo complicado que guste y no disguste,
y lo tranquilo y amodorrado y tierno
y lo que se come con las manos
y se acaricia con los dedos.
Hay que combatir con la suavidad de los gestos,
con la delicadeza de las palabras,
con la mirada amable,
con el pestañeo coqueto y dubitativo
con la ternura del abrazo amigo
y sin esperar nada a cambio...
eso nos hace ser...
más grandes y mucho más inmensos.
Damos una mano
y nos crecen los versos
damos un beso
y el aire se condensa en lluvia fina...
mientras al fondo
el sol se esconde detrás de un molino viejo.
Cuando me siento tierno
me crecen las venas
me arden las ganas
y los sentimientos se me hacen bola de fuego
que regurgitan por la boca de mi estómago.
Y os juro que no me pongo a llorar
porque mi pozo de lágrimas
está seco desde hace mucho tiempo,
pero sino
yo sería un valle de lágrimas
y un lago de historias con nombres de cuento.

No hay comentarios:
Publicar un comentario