ADEMÁS

 


El hecho de haber sido

 combatientes sin armas,

nos hace ser más débiles

pero mucho menos predecibles.


Además

 viva la debilidad

y la sensibilidad,

y lo delicado y lo amable

y lo sencillo

y lo complicado que guste y no disguste,

y lo tranquilo y amodorrado y tierno

y lo que se come con las manos 

y se acaricia con los dedos.


Hay que combatir con la suavidad de los gestos,

con la delicadeza de las palabras,

con la mirada amable,

con el pestañeo coqueto y dubitativo

con la ternura del abrazo amigo

y sin esperar nada a cambio...

eso nos hace ser...

más grandes y mucho más inmensos.


Damos una mano

y nos crecen los versos

damos un beso

y el aire se condensa en lluvia fina...

mientras al fondo

el sol se esconde detrás de un molino viejo.


Cuando me siento tierno

me crecen las venas

me arden las ganas

y los sentimientos se me hacen bola de fuego

que regurgitan por la boca de mi estómago.


Y os juro que no me pongo a llorar

porque mi pozo de lágrimas

está seco desde hace mucho tiempo,

pero sino 

yo sería un valle de lágrimas

y un lago de historias con nombres de cuento.

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JULIO CORTÁZAR