Piel sobre piel.
Diente contra diente
y lucha entre lenguas gigantes.
Es fácil pensar
en un beso húmedo
y comprobar su textura resbaladiza.
Pero hay días
en que la boca se torna seca y árida
y si te la tocaras
sería como pasar tus dedos
por el desierto del Sahara.
Hay días en que tu boca
no está para dar besos
ni para tragar lágrimas,
ni siquiera está para decir palabras
y suavizar el tono poquito a poco.
A veces tu boca
es estropajo y suela de zapato.

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