ESTAMOS TAN EMBUTIDOS EN NUESTROS PROPIOS DISFRACES

 

 

Estamos tan embutidos en nuestros propios disfraces

que al final,

creemos que nos hemos transformado en algo distinto.

Pensamos que no somos los mismos de antes,

que gracias a nuestra puta paciencia

y a nuestro patético conocimiento

queremos volver a pensar que nos adaptamos a lo nuevo

y que sacamos todo el provecho de lo viejo.


Yo soy el mismo que hace 64 años nació con mi cuerpo,

pero ahora soy más viejo o más añoso,

pero el alma

o la dichosa alma que nos mantiene y nos sustenta,

es igual a la de antes y como dos gotas de agua,

solo que una gota es más reciente que la otra.


Ahora tengo un cuerpo más oxidado

y los tornillos más sueltos,

y más cicatrices en mi mapamundi vital,

y millones de historias más.

Pero también, 

acumulo muchos más cuentos y batallas

y al final si sumamos o restamos

o multiplicamos y dividimos

el resultado final

es el mismo cuerpo pero mucho más desgastado

y un alma, que en mi caso...

no me cabe dentro

y eso me pasaba antes

y eso me sigue pasando ahora.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

JULIO CORTÁZAR