DE OTRO DÍA ME DESPIDO



De otro día

me puedo y me debo ir despidiendo.


El sol se agacha tras el cristal de la ventana,

la calle, mi calle

entra en modo silencio,

mejor dicho, en más modo silencio.


El viento se suaviza

no le debe de apetecer enfadarse.


La temperatura sigue siendo veraniega

y todo invita

a sentarse en una terraza

o a dar un paseo por el puerto.


Los pájaros

ahora se mueven todo nerviosos e inquietos,

buscan cobijo para pasar la noche.


La bocina de un barco

suena en lontananza

y avisa de su despedida o de su llegada.


Verano...

y a pesar de que no me guste

reconozco que a veces

tienes unos puntos preciosos

y es que el anochecer del verano

me tiene enamorado.

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JULIO CORTÁZAR