El amor,
como la vida,
es interplanetario
y además, no tiene fronteras.
Un día te quieren
y otro día te dejan.
O al revés...
un día tú quieres
y otro día tú dejas.
El resultado final es el mismo
y aquello que era amor a espuertas
se ha convertido en un cementerio nuclear
y ya nada vale como antes,
ni la tierna mirada
con la que me derretías,
ni aquél beso perfecto
con el que sellábamos la paz.
El amor entra por una puerta
y sale destrozado por la otra.

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