No tengo capacidad de fabricar armas.
Soy, en fin, poco belicoso
y porque un arma puede matar
y yo prefiero
hacerlo con mis propias manos.
Que tampoco...
matar no está en mi ideario
ni siquiera lo está
en mis horas más bajas
o más rabiosas...
Quizá entre dentro de mi ideario
y porque no me queda otro remedio,
la venganza con que nos ilustra, la rabia:
la zancadilla disimulada,
el empujón sin querer,
el puñetazo y lo siento, me equivoqué,
el disparo en una pierna,
la patada en la boca del estómago,
el mordisco en su lengua viperina,
la mirada asesina,
la amenaza entre dientes,
y por supuesto,
el beso de Judas.

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