En estado de alarma estoy yo. Yo sí que estoy en estado de alarma perpetuo y con o sin coronavirus. Pero tranquilos, no me he pasado al lado más negro y oscuro de la película. No voy de negacionista por la vida. Ahora bien, tampoco voy de positivista y todo vale y todo es cojonudo y todo lo que diga el gobierno es acto de fe y amén. Primero, soy médico y como médico opino y trabajo, eso sí, a destajo. Y como médico intento estar al margen de los colegios médicos y eso lo hago por principios y porque me sale de dentro (por no mencionar otra cosa fácil de suponer). No quiero ser corporativista defensor del pecado de clase y tengo que decir y lo digo a voz en grito, que la mayoría de mis compañeros médicos me importan una mierda. No les deseo ningún mal, pero tampoco les deseo que aposenten sus culos en el nirvana y como si fueran semidioses.
Ni chicha ni limoná, diría el otro. Pero vamos a ver, yo me mojo y sigo opinando que la mayoría de mis compañeros no valen dos peniques y medio. Algunos sí y esos algunos, valen mucho más que mucho, pues aparte de trabajar y hacerlo mejor que algunos otros, tienen que lidiar contra la ideología dominante en la clase médica, que tiene demasiado de facherío de clase médica pudiente y mucha mierda de derechas de toda la vida. Domina la derechona más cruel y patética y se puede entender muy bien porque domina. Porque la derecha defiende los privilegios de clase médica y sobre esos derechos de privilegio se montan sus propios colegios médicos (o chiringuitos).
Y hay alguno que se hace sindicalista de la clase médica. Al final, resulta que unos (los sindicalistas) son primos de los otros (los del colegio médico) o cuñados que se van intercambiando los distintos puestos. Un día, eres sindicalista de la clase médica y otro, te haces gerente de un hospital público y si te dejan tiempo y si no te dicen nada, te metes en el colegio médico, como presidente o como secretario de tanto capullo privilegiado. Ellos siempre tienen tiempo y porque hacen muy poco de lo que dicen que hacen. Pero hablando son los mejores. Se llenan la boca de babas y de diagnósticos y tratamientos. La medicina es un mundo aparte, pero si en ese mundo dominan los capullos, entonces la hemos jodido.
Y habrá mafias y favores y perdones y siempre a cambio de algo. Si les sigues el juego, todo te irá muy bien (tienes padrinos y mafia que puede con todo y más). Pero sino, es muy difícil sobrevivir en medio de esa selva que ellos solitos se han montado (con todos sus privilegios, claro). Son doctores, aunque no lo sean, pero ostentan el título igualmente y que nadie ose toserle en su cara. Todos o muchos son doctores honoris causa que han sacrificado media vida y en aras de nuestra salvación de pobres humanos. Que les den por el culo a ellos y a todo lo que representan. Vale, son mafia sin metralletas y no son seguidores de Al Capone, pero poco les falta. Son médicos y en médicos se debían quedar (sin más añadidos de clase). Bueno, todo esto fue una especie de desahogo, que llevo toda la vida pensando en ello y que hoy y algún otro día, me ha dado el punto de cagarme en toda la clase médica. Que me perdonen los buenos médicos y los que se han dejado media vida en el tema. Que son muchos y sino son muchos, os juro que me da igual. Y es que para lo que me queda en el convento..me cago dentro y además, me limpio el culo con papel de fumar.
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