Durante el segundo semestre de 1958, estando en Caracas, García Márquez escribe este cuento que trata sobre la paulatina ruina en la que va cayendo la esposa de José Montiel luego de la muerte de éste. José Montiel, también conocido como don Chepe Montiel, hace su fortuna apoderándose de las tierras que venden a precios irrisorios las familias que tienen que huir del pueblo por la violencia del gobierno militar que no tolera opositores (familias que son denunciadas ante las autoridades por el mismo Montiel). Por esa razón, después de su muerte, el pueblo tomará represalias contra su viuda. Ella deberá soportar sola todo ese resentimiento en un tiempo hostil ambientado por la lluvia.
La viuda de Montiel lanzó un suspiro. Octubre se eternizaba con sus lluvias pantanosas y ella se sentía perdida, navegando sin rumbo en la desordenada y fabulosa hacienda de José Montiel. El señor Carmichael, antiguo y diligente servidor de la familia, se había encargado de la administración. Cuando por fin se enfrentó al hecho concreto de que su marido había muerto, la viuda de Montiel salió del dormitorio para ocuparse de la casa. La despojó de todo ornamento, hizo forrar los muebles en colores luctuosos, y puso lazos fúnebres en los retratos del muerto que colgaban de las paredes. En dos meses de encierro había adquirido la costumbre de morderse las uñas. Un día —los ojos enrojecidos e hinchados de tanto llorar— se dio cuenta de que el señor Carmichael entraba a la casa con el paraguas abierto.
—Cierre ese paraguas, señor Carmichael —le dijo—. Después de todas las gracias que tenemos, sólo nos faltaba que usted entrara a la casa con el paraguas abierto.
El señor Carmichael puso el paraguas en el rincón. Era un negro viejo, de piel lustrosa, vestido de blanco y con pequeñas aberturas hechas a navaja en los zapatos para aliviar la presión de los callos.
—Es sólo mientras se seca.
Por primera vez desde que murió su esposo, la viuda abrió la ventana.
—Tantas desgracias, y además este invierno —murmuró, mordiéndose las uñas—. Parece que no va a escampar nunca.

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