Entonces todo duró
lo que dura un suspiro
en un día de desespero.
Largo se hizo el suspiro
y más largo se hizo
el posterior silencio
que siempre acompaña a un gran acontecimiento.
Y entre silencios y suspiros
transcurrió ese día
y al llegar la noche
todo se hizo de noche
y mientras me estaba durmiendo
me acordé
que el suspiro se había desesperado
pero que con la caricia de la luna
el suspiro
se estaba durmiendo conmigo.
Y sin más ni menos
me quedé profundamente dormido.

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