Tardes otoñales.
Lluvia insistente en la ventana.
Recuerdos arrancados del húmedo y frío armario
donde los recuerdos se apilan como libros olvidados.
La vela siempre encendida
y para que avise si ha pasado un duende,
y para que nunca se haga la noche más oscura.
Chispas y destellos de la chimenea
y el inolvidable olor a deliciosa castaña.
¡Otoño!.
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