VOLVER A CASA


Volver a casa

y no encontrarte con nadie,

ni por la calle ni en casa,

ni en la nevera ni en la trastienda,

solo están los fantasmas que cada uno tiene consigo,

algunos fueron ganados a pulso

y con el sudor de mi frente

y otros son presencias de algún ser maligno

que se te quedó clavado en un rincón del cerebro,

dicen que la memoria es selectiva,

pero la mía no lo es,

la mía no filtra, no depura apenas nada,

a veces, tengo que tragar sapos enteros

o seguir ésta secuencia:

después de un fantasma bueno

viene uno malo

y después, otro peor que el malo,

y entonces el drama está servido en bandeja de plata,

como se hacía antes con unas buenas rayas de farlopa,

en bandeja de plata, ¡si señor!

y mirar por donde

el mundo seguía dando las mismas vueltas que ahora,

claro que la droga de aquellas,

era una despiadada asesina de buenas personas,

también es verdad,

que se llevó mucha borralla mal nacida,

pero la balanza final

siempre se inclinó del lado más inhumano.

A veces y suele ser por las noches,

se me aparecen algún antiguo amigo o amiga

en forma de fantasma o presencia etérea

y mira que ha pasado tiempo y tiempo,

y me siguen preguntando:

¿porqué tuve que ser yo el muerto?

y ahí queda esa pregunta suspendida en el aire

y en la boca de mi estómago.

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JULIO CORTÁZAR