SUSPIROS

 


Ahora, que ya no estoy enamorado

(hace ya tiempo)

resulta que he descubierto que...

que yo odio al enamorado,

aclaro, no al enamoramiento,

si no al enamorado de turno,

y lo odio:

por su berza monocolor,

por su empanada mental,

por su ceguera periférica,

por su pensamiento único,

por su egoísmo de ombligo,

por su falta de solidaridad,

por su hola cariño,

¡ayyyy! amoooor...

no me digas eso,

yo también te quiero,

y fuera de ahí,

no sabe decir nada más,

a su alrededor todo son estrellitas del cielo

y es mencionar el nombre de la otra persona

y un largo suspiro....

y se lo ponen los ojos brillantes

como dos diamantes

y se lo vuelves a hacer otra vez,

y otro suspiro más y éste más largo que el anterior.

Conclusión:

su estado mental es obsesión pura y dura,

su estado físico es de suspirar de continuo

y su debilidad

tiene nombre propio

y ésta vez 

será mejor que no lo pronuncies más

(sino habrá otra salva más de suspiros).

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JULIO CORTÁZAR