DUENDECILLOS

 


No hay días sin que me hablen voces,
no hay noches de puro descanso 
y tardes de bailar tangos a la luz de un faro,
en cambio...
hay ruidos, muchos ruidos,
y hay sueños convertidos en pesadillas,
y hay dudas que se clavan en las cervicales,
y hay duendes que permanecen impasibles,
que parece que duermen,
pero que en realidad, están sobreexcitados,
y es que viven de mantener despiertos cuerpos dormidos,
es su fin y es su historia,
oyen un sonido y se alteran alborotados,
notan la brisa marina y despliegan velas...
y gritan todos al mismo tiempo: 
¡a toda máquina!.
Son como pequeños y diminutos humanos, 
son duendecillos que se meten entre neuronas,
son parte de sipnasis o de puentes intercelulares,
o parte de las membranas celulares...
en fin, 
son pequeñas historias que flotan y te incordian, 
son pesadillas que se clavan como alfileres,
y son...
la parte más oscura que tiene la vida.

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JULIO CORTÁZAR