Mi suerte
es haber caído de pie
y con los dos pies al mismo tiempo,
ni uno un poco antes
ni el otro un poco después,
los dos a la vez y como debe ser.
Como tú y como yo
que debíamos caer juntos y a pies juntillas y sin paracaídas,
ni yo antes... ni tú después
o al revés,
porque en éste caso el orden de los factores
no altera el producto o resultado
y el resultado fue...
uno cayó antes que el otro,
uno se partió la pierna o las dos,
mientras el otro, salió indemne e ileso,
ahora bien
¿quién ha sido el uno o el otro?
Visto desde fuera
parece que yo me habría partido, no una,
sino que destrozado las dos piernas,
pero como se dice en el desierto,
amigo mío,
eso es un espejismo que tú has visto pero que no es,
al parecer hubo fractura o fracturas
pero en realidad lo que hubo
fue un simple esguince
que se curó por primera intención
y tengo de testigo mis radiografías
con fecha, nombre y apellidos
y entonces digo yo
¿serías tú?...¿serías tú y no yo?...
pero que va...
nosotros hemos sido la excepción a la regla,
seguro que ni tú ni yo nos hemos partido las piernas,
tus cicatrices fueron curada al sol otoñal
y las mías con una plasta de hierbabuena con saliva de
murciélago,
y ahora
vivimos libres y sin cicatrices
o por lo menos,
así me gustaría que fuera,
libres, sin cicatrices
y por supuesto, ¡sin dolor!.

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