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| Menorca |
Tuve y por desgracia lo sigo teniendo, a un primo carnal o de primera instancia, que quería hacerse con el negocio de una granja de cerdos. No pasa nada, es un negocio tan digno como cualquier otro. Pero lo bueno del caso, es que mi primo era pijo, pijo redomado, pijo de armas tomar y pijo se solemnidad y eso le traía de cabeza... la contradicción entre ser pijo y tener una granja de cerdos (para él era como un insulto para su alto abolengo). ¿Como era posible que un niño de papá, acabara rodeado de una piara de cerdos todos guarros y todos cochinos?. ¿Y el olor que traería a casa después de limpiar la granja y darles de comer?. ¿y sus hijos no se acabarían avergonzando de un padre con olor a cerdo?
Y nos lo comentó a mí y al resto de mi familia (de mi familia pequeña, como diría mi hijo Miguel. Es decir, mis padres y mis hermanos y punto), en una comida de Navidad. Todos, hasta el perro, nos quedamos perplejos y como estatuas de sal congeladas en el tiempo y en el espacio. Pero prosiguió todo nervioso erre que erre con su discurso, le bullía la sangre c omo si fuera el negocio de su vida y sopesaba los pros y los contras. Los pros eran, que más adelante tendría pelas (cosa, que estaría por ver), aparte que eso le llevaría su tiempo a no ser que por herencia de sus padres más tarde o más temprano, las pelas le iban a caer del cielo. Y los contras eran, el como viviría mientras tanto y esto ya lo añado yo, que su status social bajaría varios enteros y en definitiva y el argumento de más peso, como iba a montar un negocio, si el máximo riesgo que había tenido en su vida consistía en apostar en las partidas de mus y a veces, en las de poker en su pandilla de rodomados pijos.
Es verdad, que tenía una casa grande con cierto abolengo y de menos vuelos de los que él presumía y con su pretencioso escudo de familia (que no era suyo, era de los anteriores dueños de la casa), pero con su inconveniente y es que era antigüa y ya se sabe que ésto trae muchos gastos para intentar reformarla. También que poseía varias fincas de miles de metros (herencia de sus papis), que él confundía con excesiva frecuencia metros con kilómetros y siempre le pasaba lo mismo a la hora de medir sus propiedades antes de venderla. Se había pasado toda su vida esperando a que esos terrenos rurales se recalificaran y pasaran a ser terrenos urbanos. Y claro y para él ante ésta situación, no se podía permitir más tiempo de espera.
A todo esto, él intentaba mantener su nivel de vida de niño pijo y para ello hacía que trabajaba y que siempre estaba ocupado con sus putos fantasmas. De vez en cuando, se dejaba caer por los bares que frecuentaban sus amistades de alto abolengo y también se dejaba ver por el Real Club Nático y por el más que elitista, Club de Golf, vamos que seguía al pie de la letra todo el manual de como ser un buen pijo. Curiosamente,en esa época se hizo con novia, novia de pueblo (un problema para él) pero farmaceútica de carrera (un punto muy positivo en su valoración) y no era para echar cohetes y porque de tonta tenía casi todos los papeles, pero menos da una piedra y el caso es que la tía tenía pelas y entonces, allí mismo estaba mi primo Francisquito.
Poco a poco fue desapareciendo del mapa y de los proyectos apenas hablaba ya y en cambio la obsesión por su novia iba en aumento, y repetía como un loro: que si su novia era rica, que si iba a montar otra farmacia y él se iba a encargar de ella y bla, bla, blá,...Y así, de un día para otro se esfumó del mundo. Al cabo de un año, creo que nos invitó a su boda, digo que creo pues yo no fuí y porq ue no me invitó personalmente, sino que a través de mi madre y por supuesto, no me arrepiento ni me arrentiré nunca de no haber ido. Además de pijo y resentido era una alimaña, no quería tener testigos de su elección en la balanza: de un lado, estaba la piara de lindos cerditos y al otro lado, su novia con su farmacia y su pasta gansa. Y ya sabéis todos lo que al final, acabó escogiendo.
Poco a poco fue desapareciendo del mapa y de los proyectos apenas hablaba ya y en cambio la obsesión por su novia iba en aumento, y repetía como un loro: que si su novia era rica, que si iba a montar otra farmacia y él se iba a encargar de ella y bla, bla, blá,...Y así, de un día para otro se esfumó del mundo. Al cabo de un año, creo que nos invitó a su boda, digo que creo pues yo no fuí y porq ue no me invitó personalmente, sino que a través de mi madre y por supuesto, no me arrepiento ni me arrentiré nunca de no haber ido. Además de pijo y resentido era una alimaña, no quería tener testigos de su elección en la balanza: de un lado, estaba la piara de lindos cerditos y al otro lado, su novia con su farmacia y su pasta gansa. Y ya sabéis todos lo que al final, acabó escogiendo.

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