Día 28 de Mayo del 2013. Aquí seguimos en mi nave espacial dándole un poco a todo...a la farlopa, al caballo desatado y al pastillamen, un "variadito" que así se llama. Ahora bien, sin gota de alcohol. Menuda primavera de mierda, menudo fiasco, ni calor, ni sol, ni hostias benditas. A veces amenaza con aparecer el sol, asoma timidamente su radiante cabeza, pero enseguida la agacha y las temperaturas siguen siendo otoñales. Y no es que quiera calor (porque en realidad, lo odio), pero si un poco de calorcito suavecito, de ese que templa el cuerpo y tal y como lo consigue una taza de un buen caldo. Aparte en ésta Isla, el mar es su principal atractivo, es un mar bondadoso de aguas cristalinas y con una temperatura idónea, salvo cuando aprieta demasiado el sol, entonces el agua se recalienta y pierde su poder refrescante.
Me viene a la cabeza cuando aterricé en ésta Isla, fue en el verano de la famosa ola de calor. Bueno, más que aterrizar yo llegué con mis tres hijos en barco desde Valencia y no os puedo describir como aluciné cuando el barco empezó a entrar por la bocana del puerto de Mahón. Un día precioso de verano, en pleno mes de Julio, y las piedras y los barcos y el azul del mar y el sol brillante y todo como demasiado alucinante. Pero también saboreé el calor, el calor húmedo y sofocante, el calor de los trópicos, el calor de caldera encendida y que nadie se había acordado de apagar. Sudar y sudar y no dejar de sudar en todo el día.
La noche aún resultaba peor, pues se juntaba el cansancio con las ganas de dormir y eso era completamente imposible. El primer piso alquilado, era un cuchitril en un 5º piso, el último y para que el sol lo recalentara todo el puñetero día. Nos acostábamos muertos de cansancio y el hecho de hacerlo era otro suplicio, sudor a espuestas, sudor pegajoso y el aire denso e irrespirable. Y te duchabas de nuevo, pero aquella era agua caliente y más sudor y otra ducha, hasta que al final y sobre las 5 de la mañana, justo cuando los huevos me reventaban, me iba al coche y encendía el aire acondicionado y por lo menos sobaba un rato. En la Isla se habían acabado los ventiladores y los aparatos de aire acondicionado, como también hubo escasez de hielo.
En mi vida he pasado tanto calor como cuando llegué a ésta Isla y esto fué hace 9 o 10 años, no me acuerdo muy bien. Menos mal que a partir de ahí no hubo otro verano igual, en tal caso alguno y como mucho durante un mes se aproximó un poquito a aquél bochornoso verano, el verano de la ola de calor. Ese fue mi recibimiento en la Isla donde yo vivo, vamos, como si me estuviera diciendo: "Véte por donde viniste, cacho capullo". Y yo entonces, no lo comprendí, pero ahora que volvemos a estar en otra ola de calor (año 2.022), entiendo muy bien aquél mensaje: te vas o te corto los huevos...Pero aún así...aquí sigo.
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