Si yo fuera un libre pensador quizá y solo quizá, estaría a la vera de dios. Libre pensador, ¡qué difícil!. pensador puede, pero lo de libre, como que no. Porque en realidad, soy como todos, soy dosis dependiente y si me falta la droga, pues malo. Dicen que el hábito hace al monje y esto es más que cierto. Yo necesito mi dosis televisiva y mi dosis de ruidos caseros y mi dosis de humo de mis cigarrillos (cuando aún fumaba, en el año 2.014). Y es más a veces caigo en estupideces bestiales y cojo el coche para recorrer 200 metros o leo el periódico esperando leer algo fresco e interesante. Es como darse de cabezazos, al principio duele y duele mucho, pero poco a poco te va naciendo el callo y después, ya no duele.
Costumbres diarias y repeticiones de la misma conducta. Como se dice, somos animales de costumbres. A veces aparezco en el supermercado y cuando estoy en él, me pregunto si tenía que algo que comprar. Entonces y a modo de coartada me invento una compra. Otras veces, observo a las personas y me pregunto si tienen tanto que decir o lo que dicen lo hacen por simple rutina del día a día. Y llego a la conclusión que la mayor parte de lo que dicen y hablan, lo hacen por cuestión rutinaria y porque algo hay que decir.
Después y en mi trabajo, más de lo mismo. Rutina de revisión de ambulancia, rutina de protocolos asistenciales, en fin, rutina en cada asistencia y más en mi trabajo, en el que está medio militarizado: hay que dar claves de entrada, claves de salida, claves de cuando te quedas libre. Y los protocolos, que son la síntesis de lo rutinario y si das el paso A, después viene el B y el C y el D. Todo tiene sus pasos marcados. Dicen que esa rutina es disciplinaria y que su principal función es facilitarte el trabajo. Puede que sí, pero cuidado porque lo rutinario se convierte en un monstruo de dos cabezas. Te acostumbras a que todo esté estipulado y algunas personas ante los imprevistos (que siempre los hay y los habrá) no saben como reaccionar y porque no viene en el manual. Por tanto a veces, la rutina te burocratiza y poco a poco te vaz absorbiendo la iniciativa.
Las rutinas tienen un pase, pero solo tiene eso, un pase y que en momentos te sirven de ayuda, pero en otros, son grandes estorbos burocráticos. Dar con el punto justo y necesario, debe ser el objetivo. Y seguir unas reglas puede estar bien, pero también lo está el saber como saltarlas. Iniciativa y disciplina o disciplina e iniciativa, dos polos que a veces se acoplan y en otras se contraponen. El tema es el estar preparado y siempre dispuesto y si surge algo nuevo, dar un salto con el poder que te da el tener iniciativa. Fácil no es, fácil no lo es nada. Fácil es levantarse y solo tener que transitar por la vida y que por supuesto, que te den todo hecho y bien servido. Y eso, ¡cuidado con las rutinas diarias!.
Costumbres diarias y repeticiones de la misma conducta. Como se dice, somos animales de costumbres. A veces aparezco en el supermercado y cuando estoy en él, me pregunto si tenía que algo que comprar. Entonces y a modo de coartada me invento una compra. Otras veces, observo a las personas y me pregunto si tienen tanto que decir o lo que dicen lo hacen por simple rutina del día a día. Y llego a la conclusión que la mayor parte de lo que dicen y hablan, lo hacen por cuestión rutinaria y porque algo hay que decir.
Después y en mi trabajo, más de lo mismo. Rutina de revisión de ambulancia, rutina de protocolos asistenciales, en fin, rutina en cada asistencia y más en mi trabajo, en el que está medio militarizado: hay que dar claves de entrada, claves de salida, claves de cuando te quedas libre. Y los protocolos, que son la síntesis de lo rutinario y si das el paso A, después viene el B y el C y el D. Todo tiene sus pasos marcados. Dicen que esa rutina es disciplinaria y que su principal función es facilitarte el trabajo. Puede que sí, pero cuidado porque lo rutinario se convierte en un monstruo de dos cabezas. Te acostumbras a que todo esté estipulado y algunas personas ante los imprevistos (que siempre los hay y los habrá) no saben como reaccionar y porque no viene en el manual. Por tanto a veces, la rutina te burocratiza y poco a poco te vaz absorbiendo la iniciativa.
Las rutinas tienen un pase, pero solo tiene eso, un pase y que en momentos te sirven de ayuda, pero en otros, son grandes estorbos burocráticos. Dar con el punto justo y necesario, debe ser el objetivo. Y seguir unas reglas puede estar bien, pero también lo está el saber como saltarlas. Iniciativa y disciplina o disciplina e iniciativa, dos polos que a veces se acoplan y en otras se contraponen. El tema es el estar preparado y siempre dispuesto y si surge algo nuevo, dar un salto con el poder que te da el tener iniciativa. Fácil no es, fácil no lo es nada. Fácil es levantarse y solo tener que transitar por la vida y que por supuesto, que te den todo hecho y bien servido. Y eso, ¡cuidado con las rutinas diarias!.

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