Yo te debo lunes,
pero también te debo martes y miércoles
te debo días sin límite y sin freno,
días en el que todo fue una eterna tarde,
días largos e intensos,
espasmódicos,
tetánicos,
días de azul cristalino y de gris lluvia,
días de sol adormecido
y mecido entre nubes de algodón vaporoso,
días de negros nubarrones
mezclados con destellos claroscuros,
como tú y yo,
yo era el negro nubarrón
y tú en cambio ibas vestida de blanco
y así fue hasta que vino una galerna de aire y fuego,
que arrasó todo lo construído con nuestras manos,
y de todo ello ahora solo queda su esqueleto derruído
y como un monumento dedicado a lo que pudo ser y no fue.

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