Si yo tuviera poderes, ya sabéis de lo que hablo...poderes especiales (como por ejemplo, quitar el hambre del mundo), tocaría con mi varita mágica a una fuente y aparte de agua, beberíamos ideas frescas y relucientes y como no, ricos y crujientes panes de todos los colores y sabores...Después nos sentaríamos a hablar y a intercambiar pareceres. No sentaríamos a decirnos yo pienso así y tú piensas lo contrario y no pasaría nada...
Porque ¿qué puede pasar con dos ideas distintas?, que primero choquen y que después, se entiendan, que primero se retuerzan y que al final, se estiren y se acaben enredando la una en la otra y la otra en la una. Vamos, que yo me presento voluntario para hablar con el contrario, ahora sí, sin fanatismos patrioteros, sin artículos 155 y demás mierdas legislativas, que lo suelen joder todo, sin represión pero también sin tanto teatro exagerado por el contrario (es decir, sin tanta demagogia)...digamos que hablaría desnudo o con lo puesto y bueno, no nos íbamos a comer la boca, pero quizá sí que nos entenderíamos...
La cuestión definitiva...es simplemente querer entenderse.
Y si uno o mejor los dos, parten de esa misma idea como objetivo (entenderse) tarde o temprano asomará un resquicio o una fisura por donde uno empezará a entender la idea del otro y viceversa. Dicho esto, yo pongo el pan y tú pones el chorizo y juntos nos hacemos un rico bocata de pan con chorizo y con eso, daríamos por concluído nuestro entrañable encuentro. Con fecha y en honor al día en que nos entendimos, por lo menos en honor al día en que pudimos entendernos un poco.

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