Mejor que se desgarre
cada fibra, que la furia fluya
desatada,la sangre empapando, vívida,
el sofá, la alfombra, el suelo,
mientras el calendario con forma de serpiente
me jura que estás a un millón de verdes condados de aquí;
mejor eso que quedarme aquí sentada, muda,
convulsionándome así bajo las espinosas estrellas,
con la mirada perdida, con maldiciones
que ennegrecen los momentos
en que se pronunciaron los adioses, en que los trenes partieron arrancándome a
mí,
gran tonta magnánima,
de mi único reino.
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