Y PUNTO

 

Sábado y día 13 de enero. Y hoy hace frío y ya iba siendo hora de que hiciera el frío que corresponde a ésta época del año. Y como es día 13 pues tiene que haber 13º de temperatura ambiente (que es lo que hay). Por tanto no hablamos de demasiado frío. Además, en este preciso momento está saliendo un solete que hace que el día sea más bello que cualquier día de invierno. Ayer y por primera vez en muchos años, sufrí una crisis de pena, que no de ansiedad...si no de pena, de pena penita pena. Me entraron unas ganas insondables de llorar, pero de llorar por lo que fuera y sin necesidad de buscarme grandes argumentos para poder hacerlo. Llorar porque sí, llorar porque me salía de dentro y de una forma completamente espontánea y desbordante. Es como cuando te entra la  risa floja y te ríes de cualquier cosa y porque así te lo pide el cuerpo.

Al final, solo pude llorar un poco y no lo suficiente. No se produjo un mar de lágrimas, ni hubo sollozos inconsolables que no tivieran freno. Hubo, como decirlo, ojos humedecidos pero sin llegar a producir una sola lágrima. Hace años que no lloro, pero hace años y puede que alguna década. Yo, durante un tiempo fuí de lágrima fácil y ante la mínima situación me caía un mar de lágrimas. Y es que puede haber crisis de pena sin que haya crisis de lágrimas. Es decir, uno puede estar muy triste pero no tiene porque llorar. Bueno, pues ayer fue un día de pena o de tristeza (en realidad  fue media hora),  pero a veces pasa que el día no lo marca el como has estado la mayoría de las horas y a lo mejor un solo hecho y de corto tiempo, te marca ese día.

Y pasó esa media hora de pena y tristeza y pasó la romería. Y de nuevo sin saber el porqué y el como...me volví a encontrar en un estado de ánimo normal para mí. O sea, creo que mi estado de ánimo normal, es alto. Alto, comparado con otros estados de ánimo que pululan a mi alrededor. Alto, pero no desbordante, ni que me quede embobado en una especie de nebulosa feliz. Odio es estado bobalicón de que todo es bueno y que tenemos que ser felices porque alguien nos dijo que tenemos que ser felices. Yo sonceramente, solo soy feliz a veces, a ratos o a pequeños ratos, a horas y como mucho a días. A meses o años de plena felicidad, nunca he llegado y tampoco lo pretendo. Las cosas buenas, me gusta saborearlas de vez en cuando y a pequeños pero grandes e intensos ratos. Lo intenso no se puede mantener todo el día. A mí me gusta que me quieran (eso, está muy claro), pero que me quieran todo el día y de una forma muy intensa, acaba por agobiarme. Así soy yo y así soy yo de raro y la forma de querer no se puede doblegar. Unos quieren mucho todo el santo día y yo quiero mucho a ratos o a pequeños ratos. Cada uno es cada uno. Y punto.















No hay comentarios:

Publicar un comentario

JULIO CORTÁZAR