SOMOS...

 Da igual que seamos hijos del mundo y porque al fin y al cabo, nosotros no somos seres agradecidos con nuestro entorno, pero sí que lo somos con nuestros amos. Somos perros enrabietados que decimos que no tenemos amo, pero en la práctica sí que los tenemos. Somos pobres parias que pensamos que el mundo es nuestro y no es así y porque solo es de unos pocos. Hay cien personajes en éste mundo que ganan más que 5.000 millones de personas. O eran unas cifras algo parecidas. Pero a lo que yo iba...el valor en términos económicos, que tiene uno de los cien más ricos del mundo, hace que aumente y forma exponencial, con las guerras que ellos mismos montan. ¿Y quienes van a esas guerras a entregar su vida?...pues cualquiera de los 5.000 milones de personas restantes. Ellos desde sus amplios despachos controlan y mueven ficha y como si para ellos, solo fuera un juego un tanto siniestro, pero un juego al fin y al cabo. Mueren mil millones, pues tranquilo, para el año que viene nacerán otros mil millones y asunto arreglado.

Somos una putas piezas de su juego. Nuestro valor se mide en cuanto más fiel y obediente eres, y entonces quizás y solo quizás, podrás tener una casa decente y vivir en un sitio protegido por el resto de sus lacayos o por una de sus empresas de alarmas. Desde luego en su club de élite, no vas a entrar y porque seguirás siendo un don nadie con pretensiones de ser alguien...y así será toda tu vida. Querías pero no has podido o mejor dicho, no te han dejado. Mientras tanto y para tenerte entretenido, te dejan consumir lo que ellos mismos producen. Nos hacemos adictos consumidores y como adictos, de cada vez vamos a necesitar más y más, el consumir como posesos. Y eso para esos pocos provilegiados, es lo que ellos llaman "libertad" y porque nos conceden la libertad de consumir. Después y más tarde, cuando nos hayamos convertido en zombis del consumo, nos ofrecerán terapias y diversas medicaciones, pero no para quitarnos de la sangre el veneno del consumo, si no para que cambiemos un consumo por el otro.

Ahora, quieres un coche de última generación y después, te venden la moto de tres ruedas. Coches, motos, televisores, móviles, ordenadores, pantallas táctiles y repletas de sensores, un reloj que te habla y que te escucha. Un yate, un velero, un hidroavión, una moto acuática. Siempre nos irán dando los motivos y razones por lo que deberán ser compradas. Un yate para vacilar delante de todas las pibas y dar más envidia a tu vecino, un velero para aparentar ser un experimentado marinero que viaja de puerto en puerto, un coche automático y porque de repente, te has convertido en un inútil que no sabe cambiar de marcha manualmente. Un buga que te cagas que aparca solo. Un móvil que te recuerda todo lo que tienes que hacer y así, te vas volviendo más desmemoriado y también, más gilipollas. Somos millones y millones de personas consumiendo lo que ellos nos venden.

















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