¡NO PUEDO CON TANTA INJUSTICIA!

 

Se me caen los principios al suelo,
me siento un príncipe sin reino 
y sin nada que llevarme a la boca,
visto con harapos y restos de telas de otros tiempos,
me desnudo siempre que puedo y me dejan,
me adorno de flores y amables versos,
y grito al mundo...
¡no puedo con tanta injusticia!.
Me armo y me desarmo solo,
un día me despierto armado hasta los dientes
y otro día me duermo en paz y sonriente
pero tengo una cosa muy clara y por encima de todas:
prefiero el aburrimiento y el tedio de la paz diaria
que las grandes convulsiones de lo más inhumano,
ellas se llaman, guerras.
Y dado que el tiempo pasa,
me siento obligado a tener que odiar lo inhumano
y repudiar el futuro tan sin principios que está por venir...
en el fondo, lo que realmente me pasa
es que me niego a ser tiempo dependiente
y todo lo quiero
¡aquí y ahora!.






















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