Esto que estoy viviendo ahora, no es un invento que yo mismo me he creado. Me toco y siento como mi piel cruje. Grito y aullo de miedo, mejor dicho, aullo porque me gusta aullar y lo del miedo es harina de otro costal. Me siento y me gratifico escribiendo. Pese al desplazamiento de las cosas y porque es ley de vida que las cosas se desplacen, tengo que decir que yo me muevo con ellas, que soy uno más y hasta hay veces donde me pongo a la cabeza del grupo. Recuerdo aquella vez donde iba yo en cabeza de una pequeña manifestación de estudiantes y por el camino nos encontramos con un grupo de fachas todo aguerrido que no nos dejaba pasar, que iban armados hasta los dientes y yo, ingenuo de mí, me puse en plan valiente y dije a por ellos mientras al mismo tiempo me lanzaba de cabeza y con lo que no contaba era que en esa avanzadilla me iba a quedar sólo y cuando me dí cuenta los fachas me estaban moliendo a palos y me abrieron una brecha en la cabeza de varios centímetros de largo y ya sabéis como se sangra por el cuero cabelludo y toda la cara cubierta de sangre y la camisa roja por el mismo motivo. Y ¿fuí valiente o fuí gilipollas?. Mas bien fuí gilipollas y por ello me dieron un premio en forma de brecha que estaba pidiendo a gritos.
Desde ese mismo día aprendí a no ir tan por delante, digamos que aprendí a seguir delante pero en segunda fila. De todo se aprende en ésta vida que nos han dado. Y lo que son las cosas, gracias a la adrenalina del momento ni dolor ni hostias benditas, pero después de una hora, aquella brecha comenzó a reclamar todos los receptores de mi dolor. Está bien si uno ha aprendido algo, por lo menos algo y porque algo es más que nada. Fue mi época guerrillera, guerrillera pero sin armas de fuego salvo los cócteles molotov, que se convirtieron para mí en una especie de pasión incontrolada. Tampoco es que fuera quemando todo lo que existía a mi alrededor, pero si en una manifestación se llevaban cócteles molotov, allí estaba yo, pero como dije antes, estaba delante pero en segunda fila. Más de una vez en mi vida me volví a acordar de los dichosos cócteles molotov y porque hubiera lanzado unos cuantos más. En sueños sí que repetí lanzamientos de cócteles y todos fueron acertados además de merecidos.
Dicen que si eres valiente en tus sueños en la vida lo serás igualmente, pero pasa que a veces tarda demasiado tiempo en pasar del sueño a la realidad. De todas formas da igual lo valiente que seas o que dices ser y porque ser valiente no te hace ser mejor persona. Yo no pido medallas para mí y porque no me las merezco. La vida te enseña a luchar o a ser vencido y es mejor luchar pero ¿para qué?...pues muy sencillo, para ser mejor persona tú y todos los que te rodean y para eso a veces hay que ejercer de cobarde y en otras ser un puto valiente y cinco mil cualidades más que ahora no es momento de entrar en ellas.
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