Casi siempre nos juzgan demasiado. Y sobran los jueces con cara de estatua de mármol y cerebro de pasa reprimida y porque mira que son de mente estrecha y se creen los gestores de las leyes y normas que en su día alguno de sus antepasados lo había escrito con sus propios cojones. No son fachas, son lo siguiente. Son esa lacra que hemos heredado de nuestra dictadura. Odian el progreso y todo lo que les resulta nuevo y evolucionado. Y el orden es su orden y es su ordeno y mando y como te pases y aunque sea solo un poquito, serás carne de presidio. Se creen los reyes del mambo y deben tener sangre azul como los otros reyes que por desgracia también nos gobiernan y porque se consideran inmunes a todo y porque más arriba de ellos no hay nadie y si lo hay no importa demasiado, será tan facha como lo es él o más. Mientras no derribemos a estos señores vestidos de toga y les quitemos toda su prepotencia de una vez por todas, esa democracia de la que tanto hablamos y con la que a veces, se nos llena la boca, seguirá estando coja y gravemente herida y a las personas humanas como nosotros, seguiremos siendo carne de cañón para esa panda de carroñeros.
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