Y ahora mismo ¿que me puedes contar que yo no sepa?. Yo sé que un día tenía que escribirte de nuevo y porque tampoco te mereces ese silencio en el que los dos nos hemos metido. Mi silencio, no es nada nuevo y porque ya sabes como yo adoro al silencio, pero hay silencios y silencios y los silencios demasiado prolongados en el tiempo y en el espacio, al final se hacen pastosos y tediosos y porque en definitiva, se inundan de aburrimiento y ya sabes que el aburrimiento todo lo mata o que lo acabará matando. Los silencios tienen sus momentos y cuando estás encendiendo el fuego de aquella hoguera se debe hacer en silencio y en honor, a nuestra pequeña pero hermosa historia. Habría que hacer un desfile pero no militar, sino un desfile nuestro, con nuestros cuerpos y con el inmenso poder de nuestras almas. Y esas serían nuestras armas, silencio y paz y paz y silencio y mientras dejaríamos escapar a nuestros miedos y temores o hacíamos un agujero y allí mismo los enterraríamos. Iríamos de blanco y cogidos de la mano y por la arena blanca de aquella playa de nacar y a cada paso que dábamos, nos acercaríamos más a la espuma de las olas. Días de espuma y agua, mañanas de sol y arena, tardes ardientes buscando sombras bajo los pinos, noches de luna y jugando con ella y los días pasaban dejando un sabor a mar en nuestros labios y eran tan claros aquellos días de verano, que mi miedo no era que perdiéramos la memoria de aquellos días y era más, que nos perdiérmos entre la niebla de la mañana.
Las noches, aquellas noches de luna, de estrellas, del bello sonido de las olas cuando besaban la arena y de vez en cuando, se oía a lo lejos, el agudo quejido de una gaviota. Que días aquellos, todo era felicidad y el futuro y el dichoso futuro, no entraba en nuestros planes, eso era cosa de adultos. Nosotros éramos casi niños recién salidos al mundo de los adultos y no entendíamos su idioma, ni su forma de ver las cosas y porque para nosotros el mundo era muy sencillo y nos queríamos y eso lo entendíamos nosotros, pero ellos nunca lo entendieron y porque habían perdido su capacidad para amarse o simplemente se habían cansado de amarse y entonces para ellos, nuestro amor era un juego que a su parecer de adulto, se nos olvidaría poco después y porque estaban seguros, que aquello era una simple fiebre de verano. Pero a nosotros nunca se nos olvidó del todo y alli en aquél escondite de fuego, sal y agua, siempre estuvo guardado aquél recuerdo de un amor que más adelante se quedó sin vuelo, pero que tuvo instantes que fueron alucinantes. Y en honor a todo esto, te mando el más hermoso de mis besos y eso que te estoy hablando más de 55 años después.

No hay comentarios:
Publicar un comentario