Vamos a ver, yo no me quiero hacer un mala sangre y cagarme en todo y si aún quedara algo en pie, me volvería a cagar en todo. Y después, me limpiaría el culo con los dedos y para no desperdiciar tanto papel higiénico. A esto se le llama, empezar con mal pie y hasta hay el que se atreve a ir más lejos y el imbécil te dice que has empezado el día con el pie izquierdo. Y yo nunca empiezo el día con el pie izquierda y porque de piernas, soy diestro, pero sí que empiezo todos las días con mi mano izquierda y porque soy zurdo, pero como decía aquella profesora de biología que le puso nombre a que yo fuera zurdo y que a su vez, escribiera con mi mano derecha y por eso se sacó de la manga que yo era un zurdo contrariado y com fuera un ser todo acomplejado. No estaba del todo mal aquél nombre y con aquél apellido y que el apellido fuera "contrariado" y porque mis padres, mis curitas profesores que además tocar mi lindo culito de niño de piel suave de melocotón, me ataban la mano izquierda a la silla y para así obligarme a que escribiera con mi mano derecha. Buen método el de ellos y aún era mejor método si aquellos intentos por usar mi mano preferida estaban acompañados de unas cuantas sonoras bofetadas y otras cuantas amenazas y que si seguía escribiendo con la mano izquierda no ib a aprobar el curso. Y ¿qué pasó?, pues pasó que seguía siendo zurdo para casi todas las cosas que realizaba, menos para el escribir y el comer. El comer les resultó más difícil de ser corregido, aunque si tengo que ser del todo sincero, aún no me aclaro con que mano debo coger el cuchillo o el tenedor o la cuchara. En realidad con éste tema de como comer, me crearon una empanada mental de mil pares cojones. Bueno, pues volviendo un poquito hacia atrás, la profesora de biología me acabó aprobando su asignatura que le había suspendido y por consederame hasta cierto punto, un incapacitado mental y físico. Por lo menos me sirvió para algo ser un zurdo contrariado.
A vecas la vida te da sorpresas y aunque la mayoría de las cosas que te ocurren no pertenecen a la categoría tan especial de las buenas sorpresas, hay algunas, que si tienen ese título. Yo en general soy un tío optimista que mira más hacia delante que hacia atrás y si miro hacia atrás, es para después, dar un gran salto hacia delante. Hacia atrás, miro más ahora que voy para viejo, pero no lo hago por ser un masoquista que solo añora sus viejas cosas y sus viejos amores y sus antiguas costumbres y yo simplemente hago mis viajes a mi pasado y porque ahora me siento más capacitado o más equilibrado y porque en definitiva, me hace mucho menos daño volver a mi pasado y si aún me hiciera daño mi pasado, tengo más capacidad para salir de mis viejos malos rollos. Y no es que pase de ellos y porque yo no paso de nada y todo me duele y todo me hace daño, pero lo que ahora me pasa, es que mis heridas cicatrizan antes y si no cicatrizan, les echo cemento encima y ahí, se acabó ese puto problema.
Mi vida en éste aspecto de ser zurdo contrariado se podría resumir en cuantro párrafos. Nací zurdo, crecí en zurdo y así fui hasta que llegué a edad escolar y mis padres y mis curitas pederastas me empezaron a dar caña a destajo y entre amenazas, tortas y que me ataran la mano izquierda...pues que con todas esas bellas enseñanzas, me hicieron escribir con la mano derecho y como dios mandaba. En mi última etapa , seguí haciendo la mayoría de las cosas con mi mano zurda y ahí es cuando me tropecé con mi profesora de biología y dio nombre y apellido a mi problema emocional y además hizo que debido a padecer ese trauma emocional (por llamarle de alguna forma y porque para mí un trauma emocional es que me cortarán las dos piernas o los dos brazos y entonces éste tema para mí sería, un traumilla sin apenas importancia) aprobara la asignatura de biología por mi misma cara bonita.

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