No os conozco,
no os conozco de nada,
si pensais que por saludarme,
por sólo decirme un hola,
o un adiós, o un hasta luego,
ya sólo por eso, pensais que me conoceis,
pues lo siento, os habeis equivacado.
Yo no soy nadie,
pero vosotros tampoco,
bueno, alguien soy, porque soy yo,
y eso es más que nada,
y es más, es mucho más que mucho,
y para mi incluso es demasiado.
Y vosotros quienes sois,
os habeis visto la cara,
y esa mirada vacía y hueca,
y esos ojos de muñeca,
y ese rictus en la boca.
Vosotros quienes sois,
y yo me lo pregunto de nuevo,
quienes sois,
no pretendereis que yo os lo diga,
mejor buscaros en los espejos,
o en los reflejos de un charco,
o apuntaros a terapia anticipativa,
hacer regresiones y proyecciones,
hacer lo que os dé la gana,
pero a mi dejarme en paz,
ni siquiera me saludéis,
ni os pareis en la puerta de mi casa,
pasad de largo y en silencio, a poder ser,
pero de mi olvidaros para siempre,
olvidadme malditos,
olvidaros de que yo existo,
es mejor así,
que cada uno aguante su vela,
y aguante su propio calvario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario