A veces cuando escribo me veo como tendente a ser positivista, es
decir a querer ser positivo por encima de todo. Lejos está esto de mi
intención, pues el positivismo lo odio y lo digo de nuevo, lo odio. Ese
esfuerzo por ser positivo por encima de todo, ese sacar las castañas del
fuego cuando todo arde, pues que simplemente me pone de los nervios. No
soporto a las personas que viendo situaciones duras y crudas, van y
para salir del entuierto te sacan de la manga una conclusión positiva y
entonces me pregunto, acaso no ven lo que yo estoy viendo o es que cada
uno ve lo que le dá la gana.Claro que puede plantearse al positivismo como una postura defensiva, es decir ante una situación de sufrimiento, esa persona no es capaz de asumirla y se defiende en una aptitud positiva, cuando lo más positivo en ese momento es darse cuenta de lo que realmente está ocurriendo. Suena a lerdos, cuando alguien te sale por las ramas y por su tangente ante éstas situaciones y un comentario positivista puede llegar a sonar insultante y hasta ofensivo.
No sé si será la inseguridad, pero en esos momentos crudos que te regala la vida, sale un comentario positivista y te dan ganas de pegarle una hostia y partirle, sin más, la boca. Puedo pecar de agresivo, pero más agresivo resulta un comentario positivista e inoportuno y que además peca de egoísta, ya que lo único que pretende esa persona es sólo defenderse y que esa situación de sufrimiento no le salpique, no vaya a ser que le cree inseguridad. Y así, como siempre se sale de rositas. ¡Que divino el asunto!.
El positivismo nos invade como alternativa a la mierda que estamos viviendo actualmente y ésta situación de crisis es su mejor caldo de cultivo. Afloran como moscas las filosofías que se basan en soluciones personales y en el que todo es posble si tú lo quieres y porque lo llevas dentro y sólo hay que saber sacar esas pensamientos positivos. Como si fuera un don escondido que llevamos todos.
Para mí, y lo pongo por delante, claro que es interesante y necesario sacar todo lo que llevamos dentro, pero ésta filosofía positivista se pasa de la raya y es cuando suelta el tufillo conformista, que por cierto apesta. Por eso su conclusión se basa en que ante las situaciones personales de cada uno sólo le da una única salida y ésta es que cada uno reflexione y salga como pueda, porque la solución la llevamos dentro y nunca podremos solucionar las cosas haciendo todos una piña o mejor dicho haciendo las dos cosas a la vez.
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